La impunidad con la que actúa el tirano ruso le lleva a perseguir objetivos cada vez más expansionistas
NotMid 30/04/2022
EDITORIAL
Ni la invasión de Ucrania fue una operación relámpago de Rusia -toda vez que se encontró con la admirable resistencia del pueblo agredido- ni está claro que el régimen de Putin vaya a detener en este país su criminal ofensiva para tratar de reconfigurar el tablero regional. Por lo pronto, resulta extraordinariamente inquietante lo que está sucediendo en Transnistria, con un Gobierno prorruso al frente.
Hablamos de un territorio separatista de apenas medio millón de habitantes enclavado en el flanco oeste de Ucrania y que pertenece a la República de Moldavia, con la que sin embargo tiene rotos los lazos desde 1993 tras un conflicto armado en el que fue decisiva la intervención de Moscú. De hecho, el Kremlin tiene desplegados casi 2.000 soldados en Transnistria. Ello le ha servido durante años para mantener un tenso y muy delicado statu quo pero ahora, en la actual coyuntura, puede aprovecharlo para reconocer la independencia de la franja igual que hizo con el Donbás ucraniano y, sobre todo, para atacar a Ucrania por un nuevo frente, que le facilitaría la toma de la estratégica ciudad de Odesa. La pretensión de Putin de unir por un corredor terrestre bajo su dominio la península de Crimea con Transnistria para negarle toda salida al mar a Ucrania cada vez cobra más fuerza, por desgracia.
Las autoridades de Moldavia han hecho públicas las identidades de ocho espías rusos responsables de atentados de falsa bandera en Transnistria estos últimos días, con los que Moscú estaría tratando de desestabilizar la situación. Y ante la seria amenaza de escalada bélica, miles de habitantes del territorio autónomo ya han empezado a huir tanto hacia Moldavia como hacia la misma Ucrania. Todo recuerda demasiado a lo que se fue gestando en el Donbás en vísperas de la invasión del territorio ucraniano. De modo que la inquietud es máxima en Chisinau, que este viernes recibía la “solidaridad” por parte de una Unión Europea que ve cómo se extiende todavía más la amenaza de Putin a la seguridad y la estabilidad en el Viejo Continente.
Occidente descartó desde que se produjo la invasión ucraniana una respuesta de carácter bélico en un intento por encapsular el conflicto. Pero una decisión así también tiene coste. La impunidad con la que actúa el tirano ruso le lleva a perseguir objetivos cada vez más expansionistas que someten a Europa a una tensión insoportable y ponen en cuestión la opción actual, que consiste en tratar de frenar a Putin sin hacerle frente.
ElMundo