Nadie con un mínimo de responsabilidad de gobierno puede considerar que la electricidad no ha subido porque descuenta la inflación
NotMid 15/04/2022
OPINIÓN
LORENZO GRAHEMA
En 1869, un ingeniero Francés llamado Charles Minard dibujó un gráfico que representaba las pérdidas de efectivos franceses en la campaña rusa de Napoleón (1812 – 1813). Hoy, cuando los datos explican mucho mejor que la intuición (esa práctica que tiende a iniciar frases con salmodias como «lo que la gente piensa es…»), la obra de Minard es todavía alabada por su capacidad de síntesis y representatividad.
En el gráfico se ve una línea gruesa, anaranjada, que se estrecha según avanza hacia la izquierda. Esta línea representa el volumen de tropas napoleónicas que parten del lugar que aparece escrito encima de ella: Kowno (hoy, Kaunas, en Lituania). La línea termina en otro nombre que, por el ancho de la línea en ese punto, ya no puede ir impreso encima: Moscú. En su recorrido, y a medida que se estrecha pasa por ciudades como Wilna (Vilna), Witebsk (en la actual Bielorrusia) o Smolensk.
La leyenda del gráfico nos cuenta que un milímetro de la línea naranja equivale a 6.000 hombres. Minard, que buscaba la mayor eficiencia posible a la hora de presentar los datos y no quería que estuviéramos haciendo integrales inútilmente, nos aclara en número que de Kaunas salieron 442.000 soldados franceses, tras saquear la ciudad (esto último ya lo aporto yo).
A Moscú llegan 100.000 efectivos que, básicamente, se dan la vuelta. Esto lo explica otra línea negra que corre por debajo de la naranja, que termina también en Kaunas y con un ancho que representa 10.000 soldados (y porque se reincorporan poco antes unos 6.000 que debieron despistarse a la salida). Por cierto, llegados a Kaunas, la ciudad volvió a ser saqueada.
La Campaña Rusa de Napoleón se describe como una de las más letales de la historia. No sólo por los números que acabamos de ver, sino porque incluye dos batallas que fueron auténticas carnicerías: Borodino, donde se llegaron a perder casi 75.000 vidas, y Berezina, con 60.000 bajas.
Por supuesto todo esto no hubiera ocurrido de haber entendido el estratega corso que su triunfo ante la Cuarta Coalición años atrás, era en realidad un aprendizaje pésimo si uno quería operar más hacia el Este de Polonia. Debió haber replanteado su afán de acumular provisiones y haber entendido que, a partir de Vilna, la densidad de población caía en picado. Sus tropas estaban acostumbradas a aprovisionarse en los campos de labranza, pero lo que separaba Lituania de Moscú no se parecía en nada a lo que separaba París de Viena, con lo que, ni la intendencia estaba preparada para cubrir esas distancias, ni las tropas encontraban plantaciones ni granjas que saquear al ritmo que requería el avance.
Ahora, si hubiese contado con una división blindada…
No sé si se han dado cuenta, pero acabo de hacer una racionalización a posteriori como la copa de un pino y he metido un elemento extemporáneo como un piano de cola.
Pues bien, la misma sensación es la que yo tengo cuando escucho al Presidente del Gobierno decir que han cumplido con su compromiso de que la factura de la luz de 2021 sería similar a la de 2018… descontando la inflación.
Pedro Sánchez hizo esto en Twitter la mañana del miércoles 13, iniciando con un «Cumplimos» y sobre una noticia de El País sin firma concreta, sin link a los datos de los que habla y publicada el martes por la noche. He de reconocer la valentía del Presidente del Gobierno, porque si uno quiere pasar desapercibido (algo que debió considerar que ocurriría si publicaba en Miércoles Santo), debe intentar no publicar al inicio de las tertulias, por muy de vacaciones que estén los grandes mogules.
Tanto valor le echó que, al mediodía, el tuit tenía casi 3.000 comentarios, algo más de 2.300 retweets, de los cuáles casi 2.000 eran comentando la publicación, y unos discretos 1.400 likes. No sé si saben mucho de redes sociales, pero cuando dan números así (más comentarios que reconocimientos a favor), suele implicar que no hay gente muy satisfecha en esa conversación.
No obstante, como diría Dave Chapelle, Twitter no es el mundo real, así que obviemos todo lo que esa publicación arrastraba y centrémonos en la afirmación en sí.
No es la primera vez que Pedro Sánchez da este titular o, al menos, ya anticipó algo por diciembre del año pasado en previsión del estudio de Eurostat sobre el que se apoya. Pero uno no puede pretender cerrar una puerta haciendo un ajuste teórico y, con ello, dando por solucionado un problema.
Nadie, con un mínimo de responsabilidad de gobierno, puede eliminar una variable de un sistema y, menos, si esa variable es la inflación. La inflación existe y, confirmada, es del 9,8%. No entramos en la decena o, bien por suerte, o bien por pánico: si es por suerte, la providencia nos ha hecho acariciar el pánico. Si es por pánico, alguien ha ajustado esas dos décimas para evitar un efecto psicológico devastador que, permítanme que les ahorre el suspense, llegará.
Nadie con un mínimo de responsabilidad de gobierno puede considerar que la electricidad no ha subido porque descuenta la inflación cuando, en gran medida, muchos artículos de la cesta de la compra suben por el incremento del precio de la electricidad. Para que lo vean más claro: si el panadero no usa un horno de leña, sino que éste es eléctrico, la subida del precio de la luz impactará en el precio del pan si el buen panadero quiere seguir comprando harina, pagando sueldos, guardando algún tipo de margen y, sobre todo, horneando pan.
Por eso pretender que la electricidad está en el mismo entorno que cuando se criticaba a Rajoy por el mismo motivo pero eliminando la inflación, es como apostar por Napoleón en su campaña rusa si hubiera contado con una división blindada. Esto supuesto que Alejandro I no conociera los tanques y que el corso hubiera sabido entender el terreno ruso como para hacer llegar la gasolina que, francamente, al precio que también está…
El precio de la electricidad está disparado porque somos un país energéticamente dependiente y hoy se demuestra que, todo lo que hemos escuchado alrededor de las renovables es pura épica porque, o no están implementadas (que no lo están) y llega tarde (que llegan), o ha sido una maqueta, una simulación, más que un proyecto realista.
Por otro lado, los alivios planteados por el Gobierno para los consumidores llegan en forma de subvenciones: tiene su lógica viniendo de gente cuya ideología es la redistribución de la riqueza, pero esa redistribución llega tarde y confunden «riqueza” con “recursos» (lo primero parte del exceso, lo segundo es puro mantenimiento).
Llegan en forma de subvenciones porque la prioridad del Gobierno es que no reviente el déficit y que el flujo de caja del Estado se mantenga. Es decir: «mientras yo disponga primero del dinero, luego ya veremos en qué ayudo». De no hacerlo y con el reparto actual del gasto público (esos PGE tan celebrados), entraríamos en un déficit complicado de manejar y que sólo conoce como remedios la austeridad y, de nuevo, el incremento de la fiscalidad.
A lo mejor por esto hay una campaña activa por parte de las fuerzas más progresistas de que bajar los impuestos no es solidario, pero es que los tipos de interés empiezan a subir y para poder devolver el dinero prestado… ya saben (no sigo, que me llaman demagogo).
Sólo una cosa más: si hoy es Napoleón con una división armada, la siguiente explicación sólo podrá traducirse en qué hubiera hecho Felipe II frente a Isabel I si hubiera contado una flota comandada por portaaviones.
TheObjective