Lavrov dijo que Moscú ha enviado a la ONU “pruebas” de que la maternidad de Mariupol había sido ocupada días antes por miembros del batallón ultraderechista ucraniano Azov
NotMid 10/03/2022
La paz naufragó una vez más a orillas del Mediterráneo. La primera reunión de alto nivel entre Rusia y Ucrania desde el inicio de la invasión acabó en fracaso y entre duras acusaciones mutuas de alimentar el conflicto. La invitación del ministro de Exteriores de Turquía a sus homólogos, a un apacible resort de playa en la meca turística de rusos y ucranianos, sirvió poco más que para certificar que Rusia sigue enrocada en las condiciones expresadas a principios de esta semana, y que Ucrania rechaza.
La fractura abierta es tal que, a pesar de haber estrechado las manos y dialogado durante hora y media, el ruso Sergei Lavrov y el ucraniano Dimitro Kuleba dieron sendas ruedas de prensa por separado, y de forma simultánea. Mientras, en una de las salas de prensa, Kuleba acusaba a Lavrov de haber acudido a Antalya sin capacidad para comprometerse a soluciones humanitarias, a pocos metros, en otra sala, Lavrov culpaba a Kuleba de haber convertido Ucrania en “una amenaza para la seguridad nacional”.
“Ha sido una cita fácil y difícil”, reconoció el ucraniano. “Fácil porque Lavrov siguió con su libreto tradicional, y difícil porque di lo mejor, a pesar de todo, para alcanzar una solución diplomática para esta tragedia”. Kuleba explicó que la meta que se había fijado para esta cita era forjar un alto al fuego de 24 horas para facilitar las evacuaciones en la ciudad asediada deMariupol. “Por desgracia, Lavrov no estaba en posición para comprometerse”, lamentó frente a los periodistas.
Más duro se mostró Lavrov al hablar de Mariupol. Según Lavrov, Moscú ha enviado a Naciones Unidas pruebas de que todas las embarazadas de la maternidad bombardeada este miércoles, en un ataque que desató múltiples denuncias internacionales, habían sido evacuadas días antes, y que esta era una base del batallón ultranacionalista ucraniano Azov. Así comenzó el “libreto” de Lavrov al que se refería Kubela, el cual acabó yéndose por derroteros marca de la casa de la estrategia de desinformación rusa.
Despreciando el esfuerzo turco, el ruso sostuvo que el encuentro de Antalya prueba que “no hay alternativa” a las negociaciones que hasta el momento han tenido lugar el Bielorrusia, a nivel técnico. A continuación, Lavrov aseguró, una vez más, que su “operación especial” tiene como meta “desnazificar” Ucrania. “Colegas extranjeros, miembros de la UE incluidos, están entregando armas mortíferas a Ucrania” y “enviando mercenarios”, señaló. “Ellos serán responsables de sus actos”.
También dijo que Ucrania usa a los civiles de “escudos humanos”. Aunque la denuncia más llamativa, y que recuerda a otras vertidas en el pasado contra grupos opositores sirios -en vísperas de ataques lanzados por el mismo régimen-, es la de que EEUU ha abierto “docenas de laboratorios biológicos” en Ucrania. Su propósito, según sugirió, es crear armas químicas con sesgo étnico para usar en breve. Esta ha sido una acusación recurrente en los últimos días, aunque no hay pruebas fehacientes de ello.
Con este resultado, y a pesar de que tanto rusos como ucranianos no cerraron la puerta a volverse a reunir en el formato tripartito ofrecido por Turquía, e incluso Lavrov dejó caer la posibilidad de un encuentro de máximo nivel entre los presidentes Vladimir Putin y Volodimir Zelenski, la sensación en Antalya fue de desazón. Para Dimitro Kuleba, las intenciones de Rusia siguen pasando por “conseguir la rendición” de Ucrania. “No lo conseguirán”, subrayó el ministro ucraniano en rueda de prensa.
Aunque en los últimos días Kiev había dado muestras de estar dispuesta a negociar algunas de las exigencias rusas para detener su invasión, como la garantía de cierta autonomía para las regiones separatistas y un compromiso de neutralidad, el resultado obtenido en Turquía parece ir en la dirección contraria; para Lavrov y Kuleba, su contraparte ha venido a “alardear”, pero no a buscar soluciones. Mientras tanto, a lo lejos, siguen sonando las alarmas antiaéreas, las bombas y los llantos.
Agencias