La censura de la militancia y la amenaza de ‘sorpasso’ de Vox exigen el paso atrás inmediato del líder ‘popular’
NotMid 21/02/2022
OPINIÓN
Un partido político, en especial aquél que ejerce responsabilidades de gobierno en las distintas administraciones del Estado, no le pertenece a sus cuadros y ni siquiera del todo a sus militantes. Es un instrumento fundamental para la participación política, como consagra la Constitución y, por ello, se debe antes que nada al conjunto de la ciudadanía. Solo en los últimos años, hemos visto la implosión de distintos partidos, su voladura descontrolada por errores y personalismos mal entendidos de ciertos dirigentes. Pero no es desde luego el PP, inmerso en su crisis más grave desde su fundación, una formación cualquiera. Y en esta hora tan delicada está absolutamente obligado a atender ya a millones de españoles angustiados por el futuro de una organización sistémica fundamental e imprescindible para la necesaria alternancia de gobierno, esencia de toda democracia, lo que exige de su dirigencia sin más dilación el único paso adelante que cabe ya en aras de la preservación de las siglas: la inmediata dimisión de Pablo Casado y la convocatoria de un congreso extraordinario del que salga un nuevo liderazgo que corte una hemorragia que amenaza gangrena fatal.
Como les han hecho ver las miles de personas que se han manifestado este domingo frente a Génova en una inédita demostración de divorcio de la militancia con sus mandos, Casado y Egea se incapacitaron a sí mismos para seguir al frente de la formación que ha sacado a España de algunas de sus coyunturas más difíciles en la etapa democrática, tanto con Aznar como con Rajoy, y a la que sin lugar a dudas le espera la titánica tarea de reconstruir una nación cada vez más hecha añicos tras el infausto mandato de Sánchez. Casado no supo primero aprovechar su oportunidad de liderazgo, perdió después con maniobras como las que ahora le señalan toda autoridad moral. Y ya no cuenta ni con el respaldo de los votantes del PP, el gran capital para cualquier dirigente, como se desprende del sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO que hoy publicamos. Así, la mayoría le suspende y hasta el 70,8% le da la espalda y apoya a Ayuso en una de las operaciones de guerra sucia interna de mayor bajeza que se recuerdan. La fractura es tal que no valen enjuagues y provoca melancolía que en las últimas horas algunos se aferren a actuar como si no hubiera pasado nada, cuando el PP se desliza por una escarpada pendiente que amenaza los contornos del centroderecha.
En ese sentido, es elocuente la extraordinaria factura que paga el PP por la explosión de esta crisis. Si se celebraran hoy elecciones generales, los populares ya se verían ampliamente superados por el PSOE y solo conseguirían 94 escaños. Pero lo más significativo del tracking es que los de Casado cayeron nada menos que 4,2 puntos y hasta 19 escaños justo al día siguiente de que este diario desvelara la trama de espionaje de la dirección nacional del partido contra el hermano de Díaz Ayuso para buscar munición con la que chantajearla. Desde el 30% en intención de voto que encumbró momentáneamente a Casado en mayo a rebufo del gran éxito cosechado por la presidenta madrileña, todo ha sido pérdida paulatina de apoyos, como también se constató en los comicios de Castilla y León. Ahora, ante el hipnótico espectáculo de la autodestrucción en directo, el desplome es total. Y ya es real la amenaza de pérdida de la hegemonía en el espectro del centroderecha en favor de Vox, que se sitúa a apenas dos puntos del PP. Un sorpasso, el de Abascal y los suyos, acompañado, eso sí, de otra demoledora consecuencia de la caída en picado de los populares como es que hoy la suma de estas dos formaciones se quede lejos de la mayoría absoluta, poniéndole la alfombra roja al sanchismo para seguir atornillado al poder. Estamos convencidos de que el PP sabrá cerrar esta dura crisis e incluso de que puede salir fortalecido de la catarsis. Pero habrá de ser sí o sí pasando la página de Casado.
ElMundo