Las condenas por las protestas en Cuba son brutales. Pero un eurodiputado español las aplaude
NotMid 24/04/2022
OPINIÓN
MAITE RICO
CONSIDERA acreditado el Tribunal Provincial Popular de La Habana que “Brusnelvis Adrián Cabrera Gutiérrez, de 21 años, se presentó en el lugar de la aglomeración de personas conduciendo un ciclomotor rojo, con el que se unió a los presentes, y realizaba gestos con sus manos y movimientos con su cuerpo incitando a la población que estaba de espectadora a que se unieran al desorden”. Era el 11 de julio de 2021, cuando Cuba vibró con las mayores manifestaciones contra la dictadura en seis décadas. Por esos gestos, a Cabrera se le condena a 15 años de prisión.
El joven fue detenido en la Güinera, un barrio muy pobre de la periferia de La Habana, junto a otros 127 vecinos. En total sus condenas suman casi 2.000 años de cárcel. 2.000 años, sí.
La represión por las protestas ha sido feroz. 894 manifestantes, entre ellos varios menores, fueron encarcelados. De ellos, 652 han sido ya sentenciados en juicios-farsa a puerta cerrada. El 40%, a más de diez años. Algunos, a 30. Para Lázara González, una chavala de Cárdenas, la fiscalía pedía ocho años por gritar “Díaz-Canel singao”, “Patria y Vida” y “Libertad”. Después de un año en prisión preventiva, le han caído tres de “trabajo correccional”. Wilmer Moreno, músico y arreglista, ha quedado convertido en “agente de la oposición exterior” porque recibía 200 euros al mes por sus trabajos para el Estudio Odisea de Miami. 26 años de cárcel.
Súmenle el acoso policial a las familias, los allanamientos, las palizas, las condiciones atroces de las sobresaturadas prisiones: la isla es la mayor cárcel del planeta (100.000 reos, 11 millones de habitantes) y el país con más presos políticos de América.
Y mientras el mundo se escandaliza, hay alguien satisfecho: un tal Manuel Pineda, que gracias a Izquierda Unida ha logrado sentar sus enormes posaderas en un escaño del Parlamento Europeo. Sí, el mismo que se encaró al alcalde de Melitópol (Ucrania) con el argumentario de la propaganda rusa y salió escaldado. Este Pineda escupía en diciembre (ante una Eurocámara vacía, cierto es) que “Cuba es una democracia participativa” y “un ejemplo de respeto a los derechos humanos”. Que no hay detenciones arbitrarias, que quienes están en la cárcel “son delincuentes” y que “patria o muerte, venceremos”.
Un mes antes, Pineda había acudido La Habana a rendir pleitesía a Díaz-Canel. Parece una caricatura, pero es un eurodiputado de España. Y correligionario de varios ministros del Gobierno, por cierto. Conviene no olvidar dónde está cada quien y tener localizados a los miserables.
ElMundo